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12 julio, 2010

Ya no.

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Esta noche tampoco lo ha disfrutado.
Como no lo disfrutó la primera.

Ligera unión apenas de los cuerpos...tan distantes.
Tan ajenos.
No ha habido entendimiento.


Y Elisa vuelve triste esta noche, amargada, incapaz de alegrarse por nada, cual vieja herida, porque ha vuelto a caer en la trampa.

Ni siquiera les culpa a ellos.

Es su necesidad brutal de afecto, lo que la lleva, una y otra vez, a interpretar
todo erróneamete.
Las ganas del otro como entusiasmo.
El deseo, como ilusión.
La necesidad, como libre elección.


No es especial.
Nadie tiene que hacérselo saber, ni llegar.
Es una más.


Por eso el entusiasmo es irreal;
el deseo, pasajero;
la necesidad, efímera.


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