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10 julio, 2010

Wyldismo.

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Una sola palabra no nos gusta: pestilente.


Porque su escritura es tan poderosa, tan pictórica, que se visualiza a base de destrozante agresividad poética desgarrante de virgos anhelantes de ser por él poseídos.

Nos excita sobremanera.

Toda su escritura lo hace.

Nos dan ganas de llorar.
Siempre.

Es la misma sensación, única y espaciada, que tenemos al enmudecer ante verdaderas obras de arte. Ésas colmadas de belleza de verdad. Imposible de explicar. Únicas.
Únicas como él y la locura que hay entre sus dedos y su mente...y su sexo hiriente...que empapa a base de pulsión genuina, vital, tan de la Tierra, cada letra que escribe.

Está loco.
Nos desborda.

Su sensualidad es impetuosa, abrupta...que erosiona con fuerza en cada embestida las rocas más fieras del acantilado...
Y éstas lloran.

Los marineros creen que es agua, cuando la ven alrededor por las mañanas...

Y es lluvia de llanto y flesh...
Jadeante.
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