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29 noviembre, 2010

Días

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Malos sueños y peor amanecer.
Es demasiado tarde, hace demasiado frío, hay demasiada oscuridad y la báscula me dice que peso demasiado.
Es el alma, - le respondo-, emponzoñado de amargura e impotencia, tristeza y preocupación.

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Con esa extraña capacidad de resurgir, empiezo a positivizar, planificar y hacer.

Se presenta un día de gestiones difíciles y conversaciones amargas, por desacuerdos en temas importantes(?), con mi madre.

Mi madre...a quien tanto debo y quiero.
Quien me llena de pena y por quien más sufro.
Le debo tanto, en tantos sentidos.
Y atrapada por las emociones contrarias, intento optar por lo menos perjudicial para ambas. Harto difícil.

Sueño aún,(y curiosamente no iba de esto el post, que por una vez se me está improvisando solo), con verla sonreír, satisfecha de su vida, y percibiendo que realmente la queremos mucho.
Que se sienta querida.
Siempre creo que es lo que más feliz la haría, desplazando así a lo único que se aferra, lo material , como forma de intentar ser feliz.
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Una llamada de teléfono reclamando mi presencia en el trabajo, cambia el curso del día.
Me obliga a agilizar la difícil conversación, y con ello, soluciono de un plumazo, no el asunto, sino el miedo a tenerla siquiera.

Una vez más me enseña la Vida que planificar no sirve de mucho.
Que el rumbo puede cambiar en cualquier instante.
Como el Sol más precioso de hace días a la nieve más fría de hace escasos minutos.
También hay belleza en ella.

Y siempre, volverá mi amor, mi Dios, el Sol, que me acaricia el rostro y energetiza el alma.

La nieve es pues necesaria para limpiar...y valorar el Sol.

Llévate, límpida nieve, cuando ya agua, los deseos vanos, falsos...deseados tan solo por el ego.
Él ni me gustaba, ni me gusta, ni me conviene.
Lo mejor que puede pasar es que también me lo quite la Vida de encima, encoñado con su nueva chica.

Y cambia entonces la visión de todo.

Ayer se presentaba como el moratón de la caída del día anterior: discusión con mi amiga-vecina.
Ella había sido estos meses, refugio de mis problemas familiares; apoyo de los materiales.
Dulce y divertida compañía llena de guiños y risas.
De entendimiento y cariño.

Al haber discutido, y agravarse aún más las situaciones familiares al día siguiente, la sombra de la soledad se cernía sobre mí.
Pero esta vez ya no me dolía tanto.
Me he terminado acostumbrando por completo.



Pues quién me iba a decir que de repente, sería precisamente de un hermano, de quien recibiría, sin él saber nada, buen rollo, afecto, compañía...buscando él eso mismo.

Sola, sin opiniones/mandatos? ajenos, he resuelto yo misma, como toda la vida, mis asuntos.

Y así ha pasado la mañana de este día, que quizá no esté sino mejorando.

Nos quitamos del medio al "ex"; la dura conversación y la gestión.
Nieva.

Buen augurio.

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