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07 noviembre, 2010

Atados

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Quiero arrancar la cobardía ajena con mi inherente lengua envenenada de bilis,
sacar los ojos a la malicia
que con tanta osadía serpentea mi ventana.

"Con collares debería Usted llevar a sus hijas, señora", debería haberla increpado.
Pero mi educación y mi miedo a la venganza contra quienes tanto quiero, me ha hecho no poder hablar de mujer a mujer, una vez más.

He debido confiar en la comprensión, anhelando un mínimo de bondad.

Ingenua. Estúpida. Y escaldada.
Vuelvo a casa recogiendo mi herido orgullo; conteniendo mi ira desatada y mis lágrimas de asco. Ya no hay esperanza.
En la raza humana.

Por eso, a mis gatos, yo no los llevo atados.
Que al menos ellos sean libres.

Que a mí se me impide.

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